Los gnomos son esas simpáticas y diminutas criaturas que, según la mitología, viven en las entrañas de la tierra y custodian las minas de oro y plata. Traviesos, mágicos y con gran oído musical solemos ver sus reproducciones en los jardines de muchas ciudades.
Pero la ciudad bávara de Straubing fue sorprendida ayer, por una invasión de 1.250 gnomos haciendo el típico saludo nazi con el brazo derecho extendido. Se trata en realidad, de un hecho artístico del escultor Ottmar Hoerl que intenta mover a la reflexión. Bajo el título “La danza del diablo”, el artista paró uno junto al otro a los “enanos venenosos” como él los llama, “porque exhalan un vaho pestilente similar a la ideología fascista de los nazis”.
El espectáculo despertó no poca polémica entre los caminantes pero, justamente, es ésa la intención del escultor: quebrar la tranquila rutina, crear debate y advertir con qué facilidad se manipulan las masas porque éste no es un problema que atañe sólo al pueblo alemán pues“hay muchos países europeos con neonazis”, señaló.
Inquietante, cuanto menos.